La Creación de Atmósferas.
El cine descubrió una de las
mejores formas para crear una atmósfera que reflejé el espíritu de una escena:
La Banda sonora. Esa música triste que suena en el fondo, mientras el
protagonista se despide de la tumba de su hijo, logra que parte de la
melancolía se traslade a los espectadores. O que decir de los sonidos de
misterio que acompañan a la mujer que camina por un parque desierto, que hacen
suponer que algo malo le sucederá.
La magia se encuentra en que pasa
desapercibida. Mientras cada secuencia de la película nos traslada a un
ambiente de felicidad, de vértigo o de misterio; jamás nos percatamos de los
diferentes ritmos y de los silencios programados que ocurren al interior de
nuestras emociones…
¿¿¿Pero qué tiene que ver eso con
la escritura creativa??? ¿¿¿Y dónde está el secreto que nos ayude en nuestros
escritos???
Pues, el secreto es que la
escritura creativa también tiene una banda sonora, que permite que el lector
entre en el clima que deseamos proyectar en él.
Y al igual que en el cine, la idea es que no escuche nuestros violines y
trompetas.
¿¿¿Cómo se logra???
Primero miremos este pequeño
ejemplo. Para después explicar con mayor claridad.
Ejemplo:
Queremos describir una escena de
seducción en la cocina de un restaurante. Convengamos que nuestro protagonista
(el nuevo asistente de cocina) sólo dispone de dos horas para conquistar a
nuestra chica (la chef principal), antes que se termine el turno de la noche.
Si no lo logra, pasará por su peor pesadilla, estar solo el día de San
Valentín. Para hacerlo más complejo digamos que el restaurante estará lleno y
todos los integrantes de la cocina trabajan a toda marcha.
Creación de la atmósfera.
Si nos fijamos con detenimiento, el escenario
puede plantearnos una atmósfera donde la falta de tiempo sea el punto clave.
Ahora bien ¿¿¿Cómo hacemos que nuestros lectores vivan esa atmósfera???
Primero buscaremos elementos,
acciones, objetos, palabras, emociones y todo lo que tengamos a mano, que se
relacione con el tiempo o con la velocidad, ambos necesarios para que nuestro
protagonista logre su objetivo.
Después, dentro de las escenas,
descripciones y diálogos insertaremos todos los detalles de tiempo y velocidad
encontrados. Cosas como los minutos que se tarda en cocinar determinado plato,
el afán de los meceros, la impaciencia de los comensales para que los atiendan
con prontitud, el sonido de las agujas del reloj de pared, los pasos a toda
prisa de los cocineros de un lado a otro…
Además será de gran utilidad usar
Palabras tales como velocidad, lentitud, afán, prisa, tardanza, demora, límite,
dilatación…
En cuanto a sentimientos, mostrar
la ansiedad sería perfecto.
Los personajes secundarios
también pueden ayudar con nuestro propósito. Qué tal crear un mesero lento como
la eternidad o un cocinero rápido como el amor de verano.
Lograremos nuestro propósito si la mayoría de los elementos de nuestra historia despiertan una o varias emociones relacionadas con la falta de tiempo en el inconsciente de nuestros lectores. Mientras la atención consciente se preocupa en seguir las estrategias de nuestro protagonista en su campaña de conquista.
Por supuesto que pueden existir
diversas atmósferas en una misma historia. En la nuestra, por decir algo, podríamos
enfocarnos en crear una ambiente de romanticismo en torno al restaurante y al
día de San Valentín, paralela a la falta de tiempo. Aun así tenemos que intentar sostener una
atmósfera principal para que nuestros relatos tengan coherencia. Pero eso es
harina de otro costal. Por ahora conformémonos con entender este secreto de
escritura, que es una de las claves para que un escrit@r sobresalga de la
muchedumbre.
Gracias por leer hasta el final.
Otros secretos de escritura AQUÍ.
0 comentarios:
Publicar un comentario