Forma Adecuado de implementar el dialogo interior en la escritura creativa.
En el afán de darle vida a
nuestras creaciones literarias, el gusano de la curiosidad nos hace indagar y
descubrir detalles en todas partes: que la mancha roja en la puerta blanca, que
la chica con los tres lunares alineados en la espalda igual que la Osa Mayor,
que el sonido de la gota que cae del grifo al lavaplatos, que el olor del pan
recién horneado combinado con la fragancia del café…
Y esa curiosidad sin duda nos
hace cada vez mejores escritores. Sin embargo, para llegar a otras esferas de
la escritura creativa se tiene que
ir un poco más allá de la observación del mundo que nos rodea, para llegar a la
parte más inexplorada de todas: Nuestro
Interior.

¿Pero qué tiene que ver esto con
la escritura creativa?
Te soplo la respuesta: TODO.
Aunque escribamos sobre
realidades fantásticas de mundos distantes o alternos, en el fondo, el fin
último de la escritura creativa es la de imitar lo más fiel posible la realidad. Me
refiero a su esencia: la dualidad y complejidad del ser humano, que no se
encuentran en otra parte que no sea el interior.
Para ello, tendríamos que
estudiar un montón de libros del comportamiento humano, (Si quieres leer
literatura psicológica, te ánimo a que lo hagas, yo he leído algunos de esos
libros y tienen cosas interesantes). La otra alternativa, de la que hablo en
este momento, sería estudiar tu propio comportamiento, y partiendo de él,
lograr entender el actuar del resto de la humanidad, o por lo menos el de los
personajes de tus escritos.
Uno de los primeros pasos para
entenderte un poco más, es practicar el diálogo interior. Que no es otra cosa
que hablar con la vocecita que todos tenemos dentro. ¿Cuál vocecita? Esa que
cuando estamos en medio de un grupo y realizan una pregunta de la cual sabemos
la respuesta, nos dice que no participemos para no quedar en ridículo, cuando
otra persona responde lo que nosotros sabíamos, con todo el descaro del mundo
nos acusa de cobardes.
Esa vocecita es como un ser
diferente a nosotros, que si dejamos de ignorarla y le realizamos las preguntas
adecuadas, nos hará conscientes de los diferentes puntos de vista que tenemos
sobre un mismo tema. La clave para escucharla, es hacernos una pregunta
concreta y esperar la respuesta en silencio, sin pretender que sabemos la
respuesta.
Un diálogo con uno mismo podría
ser de este tipo:
Yo: ¿por qué estoy tan triste
hoy?
… Silencio, esperando la
respuesta…
Vocecita: En realidad no estás
triste, sólo estás frustrado.
Yo: ¿Frustrado? ¿Por qué?
Vocecita: Si, siempre a esta hora
recuerdas que te has propuesto hacer ejercicio y nunca cumples, eso te frustra.
Yo: y que puedo hacer.
Vocecita: cumple tu propósito.
Yo: que otras opciones tengo.
Vocecita: Se feliz con unos kilos
de más, una salud no muy buena y un cuerpo poco atlético.
Yo: Si eso último fue un chiste
fue muy malo…
Más o menos se trata de hablar
con otra persona. Y no lo tienes que hacer en voz alta, aunque sería lo ideal,
siempre y cuando no haya gente a tu alrededor, no sea que termines en un
manicomio. Con el tiempo empiezas a saber muchas cosas de ti, que no eres tan “bueno” como creías. Que
puedes sentir celos de personas que amas, que la envidia es parte de tu vida y
aunque hay que controlarla ahora ya no la ignoras. Que extrañamente deseas que
le vaya bien a ese cantante de moda que te cae mal, simpatía encubierta.
También los sentimientos se amplían, ahora nos sólo se trata de feliz vs
triste: aparece la desesperación, el temor, la admiración, la tranquilidad, la
euforia, la excitación, la ira, los celos, la confianza, el pánico…
Mientras el mundo interior se
amplia, y empiezas a conocer más cosas sobre ti, los personajes de tus historias empiezan a
tener una dimensión mayor, más real. Este cambio, no necesariamente lo haces
conscientemente, las transformaciones más profundas suceden en el inconsciente.
Pero puedes comparar tus personajes de ahora y los que escribirás en un futuro.
La diferencia será astronómica.
Las primeras veces que oí sobre
cómo utilizar esta vocecita para intentar hacer personajes más verosímiles, que
no fueran sólo buenos o sólo malos, creí que no tenía mucho sentido. Primero
porque hablar con uno mismo me parecía una estupidez. Y segundo porque no sabía
qué tipo de preguntas tendría que realizar. Pero igual seguí el consejo. ¡Oh,
sorpresa! La vocecita de verdad responde, y empiezas a ver tu vida y tus
personajes en diversas perspectivas.
Te invito a que pruebes el diálogo
interior con miras a entender a los personajes de tus historias, no pierdes
nada con intentarlo, así al principio parezca una idea muy descabellada. Los
grandes escritores lo fueron por que se atrevieron a pensar diferente.
Te invito a que participes con
tus comentarios.
Gracias por leer este post hasta
el final.
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