lunes, 7 de abril de 2014

Experiencias de la infancia.


Definición:


Uno de los lugares que recordamos con mayor facilidad es la casa de nuestra infancia. Esa baldosa movible en el rincón de nuestro cuarto donde guardábamos los confites, la escalera donde siempre nos tropezábamos, el patio donde jugábamos a las canicas.

Por algún extraño juego de la naturaleza, los recuerdos de la infancia son los que más atesoramos y los que con mayor claridad se colorean en nuestra mente. Se meten hasta en nuestra cama, y aunque a lo largo de nuestra vida conocemos mil escenarios diferentes, la mayoría de nuestros sueños y pesadillas se desarrollan en esa calle donde solíamos jugar a las Escondidas. 

Sería insensato de nuestra parte no aprovechar en la escritura creativa esta fuente de inspiración infinita.



Ejercicio.


En esta ocasión  dividiremos el ejercicio en tres partes.



Primero iremos al pasado y escogeremos un evento de nuestra niñez. No interesa que parezca intrascendente: La compra de nuestra primera bicicleta, el primer beso, cuando ganamos nuestro único 5 en matemáticas, cuando nos peleamos y nos reventaron la nariz, el día que la profesora que parecía una bruja nos citó a su despacho, la vez que nos montamos a robar mangos del árbol de la vecina loca...


Lo segundo que haremos será distorsionar nuestros recuerdos, de una forma muy sencilla, al evento escogido le haremos la pregunta ¿¿¿Qué hubiera pasado si…???

Y la tercer parte será responder la pregunta.

Eso es todo. De allí sacaremos una gran historia.

Requisitos:


No es que esté Prohibido, pero sería bueno si no escribiéramos sobre una niñez feliz. Y no es porque sea un mal cliché, sino porque es el camino fácil y no hay un reto creativo allí. Intentemos cambiar la imagen de esa madre protectora y sabia, por una madre humana con aspectos dignos de imitar, pero con las maldades que tenemos todos en el corazón. 

Por maromas del tiempo evocamos la niñez como un periodo feliz. Quizás sea verdad, aun así como escritores creativos tenemos la responsabilidad de ver las dos caras de la moneda.  La felicidad siempre amenazada por la  desgracia. Y los momentos malos acompañados de esperanza.

Recomendaciones.


A veces guardamos detalles de nuestra vida  que nos parecen intrascendentes o comunes, pero que ante los ojos de otras personas son únicos. Por ejemplo, toda la infancia me crie con un primo que se llamaba Somer, para mí ese nombre era el más común del mundo, desde niño la había escuchado todos los días. La  realidad es que en el medio que me desenvuelvo ese nombre es  muy raro. Yo solo me di cuenta de esa peculiaridad cuando lo nombraba y la gente pensaba que era un apodo.


Todos tenemos rarezas familiares que son joyas literarias, busquémoslas y a Escribir se ha dicho.

Todos ejercicios de escritura creativa AQUÍ. 

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