Maestros de Escritura Creativa #9.
¿Quién no ha escuchado el cuento
corto del Dinosaurio?: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Pues bien, el célebre autor de este
cuento, Augusto Monterroso, también escribió su decálogo sobre cómo escribir. A
decir verdad no es un decálogo en todo el sentido de la palabra, pues tiene
doce puntos, dos más de lo habitual. Pero en su ingenio Monterroso nos pide que
escojamos diez y desechemos los dos consejos que no nos sirvan. En realidad
podemos escoger sólo uno, los doce o
ninguno, todo depende de nuestros gustos y de nuestro compromiso con la
escritura creativa.
Aquí están, espero que lo
disfruten.
Decálogo del Escritor:
Primero.
Cuando tengas algo que decir,
dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo.
No escribas nunca para tus
contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo
para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que
la posteridad siempre hace justicia.
Tercero.
En ninguna circunstancia olvides
el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".
Cuarto.
Lo que puedas decir con cien
palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el
término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.
Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es
un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el
luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha
ejercítate de día y de noche.
Sexto.
Aprovecha todas las desventajas,
como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la
segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues,
dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito
acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es
siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus
amigos se entristezcan.
Octavo.
Fórmate un público inteligente,
que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te
faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas
fuentes.
Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda
de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto
estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
Décimo.
Trata de decir las cosas de
manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente
que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso
tendrás que ser más inteligente que él.
Undécimo.
No olvides los sentimientos de
los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de
ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
Duodécimo.
Otra vez el lector. Entre mejor
escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas,
un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el
montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni
te señalará con el dedo en el supermercado.
Cada que leo este “decálogo”
sonrío. Esa combinación entre consejos de pobreza, insomnio, prisión, riqueza,
poder, fe y duda; logra hacerme entender un poquito el porque amo el arte de
escribir. Espero que estos consejos también provoquen sentimientos positivos a
todos los que volamos por el universo de la escritura creativa.
Gracias por leer hasta el
final.
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