jueves, 8 de mayo de 2014

Consejos de escritura creativa para principiantes #3.


Nadie nos puede culpar por llegar a la escritura creativa con este defecto. Cómo evitarlo si está presente en todos los cuentos de los Hermanos Grimm que disfrutamos en la niñez, si lo encontramos en tantas telenovelas que nos obligaron a ver las circunstancias, si lo hallamos en las incontables películas que cada semana nos presentan nuestros amigos de Hollywood, y hasta hace presencia en un sin número de novelas y cuentos  que se suponen son nuestra guía literaria.





¿¿¿A que defecto de escritura me refiero???

Pues me refiero a la santificación de los protagonistas de nuestros relatos y a la denigración de nuestros villanos.  Protagonistas puros de corazón, que el mundo amaría si los conociera, que no cometen maldad, o si lo hacen solo fue porque las crueles circunstancias del destino los obligaron a ello. Por el contrario, villanos malvados y ambiciosos que solo quieren ver arder el mundo y no se les conmueve el corazón, ni tienen ningún sentimiento positivo.

 Hemos aprendido, por decir algo, que la pobre Caperucita Roja era una niña buena y obediente, que mientras le llevaba una canasta de frutas a su pobre abuelita, fue engañada por un perverso y despiadado lobo.  Entonces creemos que así funcionan todos los personajes  de literatura, y los protagonistas sólo actúan como buenos, y los villanos no tienen otra cosa que hacer sino maldades.


En nuestros primeros escritos esto puede ser un mal endémico, que debemos aprender a erradicar, entre otras razones porque podemos estar violando el pacto lector–escritor.

El pacto lector–escritor establece, que el escritor inventa una realidad y el lector simula que esta realidad existe de veras. Pero para que la simulación tenga efectos positivos se deben de respetar algunas reglas no escritas, como el que los personajes sean verosímiles.

Como no quiero desviarme del tema hablando sobre verosimilitud  o sobre pactos extraños, digamos que cualquier otra regla de escritura creativa la entendemos casi instintivamente, en cambio cuando hablamos de la naturaleza de personajes  tenemos que luchar con nuestros textos para sacar a la luz los defectos de nuestros protagonistas y las virtudes de nuestros villanos.

Cuando hablo de defectos me refiero a defectos que el común de la gente desaprobaríamos, como por ejemplo la envidia de verdad, y no ese concepto de envidia de la buena que en algunos lugares se maneja; los celos injustificados, la malicia, el egoísmo, la mentira,  la lujuria, el robo, la ingratitud y tantos otros defectos que son inherentes a nuestra  naturaleza humana.


Por ejemplo  ¿¿¿Qué Caperucita Roja nos parece más cercana??? La clásica niña buena o, una que por el camino se dejara vencer por la tentación de comer unas cuantas manzanas y le tocara emplear la clásica mentira piadosa para justificarse. ¿¿¿O qué lobo nos parece más interesante??? El malvado de siempre o, uno que se cuestionara si sus métodos para conseguir comida es el más digno,  y se prometiera que esa sería la última vez que cenaría abuelitas, que de ahora en adelante trabajaría en un respetado rebaño de ovejas...

Aunque los ejemplos de arriba son un poquito exagerados, la idea es mostrar que los personajes monotemáticos  de siglos pasados difícilmente caben en la literatura actual, mejor dejémoselos al cine, que a ellos de pronto les servirá para algo.

Sólo debemos de tener claro que todos poseemos luz y oscuridad en nuestro interior y, eso se tiene que aprovechar cuando empezamos a combatir a la hoja en blanco.


Gracias por leer hasta el final.      

0 comentarios:

Publicar un comentario